Monday 12 January 2009

FUCKING PARTY

FUCKING PARTY

La ambición te afea bastante, pequeña cerda Gucci, pataleando y chillando. No te acuerdas. ¿Por qué no te acuerdas de mi nombre? Córtale la cabeza ¡! ¿Por qué no te acuerdas de mi nombre? [i]

No quiero seguir tan aislado. No puede volver a quedarme en el camarín dando vueltas encerrado como un ratón enjaulado, mientras todos se están divirtiendo en el after show party. Solo se trata de bajar y estar un rato con los músicos. No es bueno para mí seguir con esta rutina de aviones, shows y encierros. Debo intentar ser un poco más sociable. Tal vez lo pase mejor de lo que creo y en el peor de los casos puedo volver al hotel. No va a pasar nada. Solo se trata de beber unos tragos con mis amigos. No tengo por qué estar con quien no quiera. Solamente deseo pasar un buen rato. A veces necesito comentar un poco el show. La verdad es que ya no soporto más estar tan solo.

Costó trabajo convencerlo pero accedió a ir con ellos a la fiesta. Apenas entró al club sintió como si una muralla le bloquease el paso. Sin embargo, se prometió que al menos por esa noche no iba a dar crédito a sus paranoias. El ambiente era pesado, un tufo caliente impregnaba el aire, las luces de neón rebotaban contra los cuerpos que se agitaban al ritmo del dj, el lugar estaba atestado de músicos, productores, periodistas, paparazis y groupies. Pensó que lo mejor era quedarse junto con sus amigos porque temía que la situación lo descompensase.

Aunque estaba bastante oscuro, advirtieron que al fondo desde una mesa los llamaban. Debían atravesar la disco, caminar entre la gente, sortear las camareras y bordear la pista. Enfiló tras sus amigos y a medida que avanzaban empezó a sentir el murmullo. Pensó que era el eco del griterío que todavía retumbaba en su cabeza. No le resultaba nada fácil desconectar el radar emocional que se activaba durante los shows. Normalmente llevaba muchas horas apaciguar la mente. Los fans le chupaban toda la energía y siempre terminaba vampirizado. El murmullo iba haciéndose cada vez más fuerte y por momento le palpitaban las sienes. Siguió caminando pegado a los otros pero alguien desde la pista le agarró fuertemente el brazo para pedirle un autógrafo. No respondió, ya solo escuchaba murmullos.

Cuando finalmente llegaron a la mesa se desplomó en una silla. Parecía totalmente desorientado y nadie le prestaba mayor atención. Todos hablaban del éxito del disco, de la nominación a los Grammy, de la repercusión en la prensa, de la fabulosa recaudación de los shows. Pidió una botella de whisky y empezó a tomar compulsivamente. Sacó el frasco de antidepresivos y se tragó un par. Poco después los murmullos enmudecieron y empezó a tranquilizarse.

De la discográfica lo vinieron a buscar, había que aprovechar la ocasión para hacer prensa. Lo llevaron al VIP y una vez allí los flashes lo acribillaron. Le gritaban que no cerrara los ojos pero él solo atinaba a taparse la cara en un débil esfuerzo por impedir el ataque de los fotógrafos. Le trajeron otra botella de whisky que acompañó con más píldoras. A un costado, en los sillones unos gordos toqueteaban a una groupie. Mientras la besuqueaban, ella no paraba de esnifar rayas de cocaína que iba armando con una American Express. A su alrededor la gente hablaba sin que nadie escuchase. Una fuerza maníaca los empujaba hacia el fondo del bar donde los narcos les vendían la felicidad. Todos volvían exultantes, el gesto histérico de las mujeres potenciaba la pose fálica de los varones.

Lo rescataron los músicos, se sentaron en la barra y siguieron bebiendo sin parar. Al lado suyo, una camarera estaba sirviendo unas copas de vino a una pareja. La mujer era muy delgada y llevaba un vestido corto y apretado con un profundo escote. El hombre la abrazaba al mismo tiempo que le sonreía a la camarera. Entonces escuchó cuando le propuso que se fuese con ellos a su mansión para continuar bebiendo los tres juntos. La mujer estalló en carcajadas, la camarera imperturbable seguía sirviendo el vino y el hombre redobló la apuesta colocando un billete sobre la bandeja. La camarera se retiró justo en el momento en que él acerca la botella de whisky para servirse otro trago pero sin querer la derrama. La mujer se levanta y gritando lo increpa porque le ha manchado su cartera italiana. La situación se pone muy tensa, la mujer no para de chillar. Los amigos parecen divertidos con la escena pero él se estremece al darse cuenta del modo diabólico como ella lo mira. Intentando excusarse se aleja en medio de los gritos de la mujer y las carcajadas de los gordos que desde la mesa de al lado han visto lo sucedido.

Anduve por donde quise y dormí con quien quise. Ella me hizo una mamada durante el desayuno. Me folló viciosamente. Pero ahora no sé por qué estoy tartamudeando. No sé por qué me siento despellejado vivo.[ii]

Hacía tiempo que la groupie lo acechaba desde el backstage. Le gustaba especialmente de espaldas, sentía fascinación por la nuca, el cuello era imbatible pero sobre todo moría cuando en los show él se levantaba la camiseta y se tocaba hasta el ombligo.

Si en escena podía llegar a ser tanto el más freak como el más sexy, una vez bajo el escenario se volvía inabordable. Era el más difícil y la obsesionaba que fuese imposible de follar.

Cuando vio que se dirigía tambaleando hacia el baño, no lo pensó dos veces, era su oportunidad. Lo siguió, escuchó como vomitaba, lo vio pálido, temblando encorvado sobre el mingitorio y eso la excitó aún más.

Se le abalanzó y lo dio vueltas. El se dejó caer desfalleciente sobre el mingitorio. Entonces ella se arrodilló, le bajó los pantalones y comenzó a hacerle una mamada. Pero no reaccionaba, estaba totalmente atontado por el whisky y el prozak. Insistió, chupando frenéticamente, no iba a permitir que se le resistiera. El empezó a jadear, abría cada vez más las piernas y con movimientos espasmódicos hundía su verga en la boca de la groupie. Entonces ella lo sentó en el mingitorio y se lo montó. Cabalgaba sobre su presa, lo follaba viciosamente y al rato él se corrió. Amagó a besarlo pero el olor a vómito la asqueó. Lo dejó tumbado contra el mingitorio, se acercó al lavabo y se enjuagó la boca, se arregló el cabello frente al espejo y se fue.

Cuando volvió en sí, a duras penas pudo levantarse. Le dolía terriblemente el cuerpo y la cabeza le explotaba. Fijó su mirada en la pared y vio que estaba manchada por grafitis pornos, consignas políticas e insultos. No se acordaba ni de su propio nombre. Como pudo se paró y se dio cuenta de que estaba todo sucio. Trató de limpiarse y metió la cabeza bajo el chorro del grifo.

Estaban desayunando cuando lo vieron aparecer. El guitarrista lo miró burlonamente, otros parecían asombrados, los plomos hicieron un comentario malicioso pero el bajista preocupado se acercó y le preguntó si se sentía bien. El no respondió, solo se dejó conducir hasta su cuarto. Lo metieron bajo la ducha y luego le trajeron un café. Debía apurarse, en una hora partían rumbo al aeropuerto y todavía faltaba preparar el equipaje.

Por favor, paren el ruido. Estoy intentando descansar de todas esas voces de embriones de pollo chillando en mi cabeza [iii]

Decidieron interrumpir la grabación por un par de semanas. No lograban ningún avance, habían caído en un punto muerto y los ánimos se estaban enturbiando. Además la casa era imposible. No se entiende quien tuvo la ridícula idea de instalar a la banda en esa mansión decadente. Parece que el productor pensó que necesitaban una aventura o algo así. Pero la casa resultó ser demasiado grande, todos parecían perdidos entre habitaciones y jardines. Y además estaba el problema de los fantasmas.

Está anocheciendo y recién logro abandonar la cama. Hace un par de horas que desperté pero no pude levantarme. No soporto enfrentar el día y tampoco encuentro refugio en el sueño porque los murmullos no me dejan dormir. Me duele la espalda y siento las manos y los pies hinchados. Me voy a preparar un café y todo va a estar mejor. Solo tengo que poder llegar hasta la cocina. Pero primero paso por el baño, hace horas que estoy aguantando las ganas de orinar.

Volví a acostarme. No pude entrar en la cocina porque está todo sucio. Hay mal olor y botellas rotas tiradas por el piso. Si solo lograra entrar a la cocina y limpiar un poco, prepararía mi café y el aroma seguro que tapa la baranda del whisky. Tengo que animarme y encarar la cocina. La limpio un poco…o mejor la limpio bien… sí, mejor la limpio bien… me gusta que todo esté limpio y ordenado.

Su mujer lo dejó ir. Esta vez no opuso resistencia. La alivió que se fuera, que tomara sus cosas y se largara de una vez. Seguro que unos días en el mar lo iban a tranquilizar. Cualquier problema podía llamarla. Lo ayudó a preparar su equipaje: el impermeable negro, los medicamentos y no mucho más. El no quería llevar ni música ni su laptop mas accedió a meter un par de libros en la mochila.

Sigo cansado pero tengo que hacer un esfuerzo y lograr levantarme. Sino me animo a entrar a la cocina, basta conque salga a tomar un café al pueblo. Tendría que bañarme. Me gusta sentir el agua fría contra el cuerpo. Ya está, por fin se acallaron, pero me parece que si cierro la ducha el murmullo retorna. Solo necesito un café. Nuevamente las escucho. No hay tiempo, tengo que irme ya mismo, no me voy a afeitar ni a peinar, agarro el carro y salgo a tomar un café.

Manejo rápido, no quiero ver el basural a lo largo de la ruta. Seguro que encuentro abierta la cafetería del peaje. Pido mi café y me siento a leer los periódicos lo más lejos posible de la TV. Compro una botella de agua mineral para tomar la medicación. Me parece que la camarera me observa. Me pongo las gafas negras para que no vea que la estoy mirando.

Ya es noche cerrada. No sé qué hacer. No puedo volver a la casa. Imposible dormir. Aunque tal vez si tomo el hipnótico pero entonces no podré beber y el médico insistió en que no los mezclara con alcohol. Tendría que haber traído la novela y me quedaba aquí tranquilo tomando café y leyendo toda la noche. Tal vez si compro un par de revistas y ceno algo en el pueblo. Está empezando a hacer frío y me gusta. Levanto el cuello del impermeable y ya está, puedo enfrentarlo. Bajo los vidrios del carro para que el viento lo inunde. Sopla fuerte, lo escucho.

Para llegar al pueblo hay que atravesar el bosque. Detengo el carro en la banquina y me bajo. El aire huele bien y las ramas se estremecen por el viento. Camino unos metros y me siento bajo los árboles. No pienso en nada, solo escucho el ruido del viento entre las copas de los pinos. Ahora me siento un poco más tranquilo. Estoy zen.

No tengo idea de la hora, ¿será medianoche?, no creo que haya pasado tanto tiempo. Ella me obligó a traer el teléfono, por las dudas, pero yo no quiero que nadie me llame, así que lo tengo apagado y no lo prendo ni para mirar la hora. Mejor vuelvo al carro y sin hacer ninguna parada ni desvío voy directo al pueblo.

La noche es fría y siento el contraste con el ambiente caldeado cuando entro al pub. Poca gente, ningún conocido, mejor así, pido una cerveza y algo de comer. Estoy tenso y siento nuevamente el dolor de huesos en la espalda. Pido una cerveza mientras en vano intento refugiarme en pensamientos lights. Me hace falta protección, algo que me sirva como escudo mental contra mis propios pensamientos. Esos que vuelven una y otra vez girando en mi cabeza como un carrusel. No entiendo qué dicen de mí y esa estúpida murmurando mientras se mete de todo en la nariz. Apoyo la botella vacía contra mi frente y siento el alivio del frío. Pido el primer whisky de la noche.

No entiendo por qué acepté ir a esa fiesta. No me gusta salir después de los shows. Termino agotado y con el cerebro quemado. No entiendo por qué fui con ellos. Si no hubiese accedido, nada hubiera pasado. Y sobre todo aquella estúpida que no recordaba mi nombre. Tenía una voz chillona y se reía mientras esnifaba cocaína y todos esos gordos que me miraban. No sé qué murmuraban pero seguro que era sobre mí.

Los gusanos salen para ver lo que está subiendo. Rescatamos los carros hundidos en el río [iv]

Perseguido por los murmullos sube al carro y se lanza por el camino hacia los acantilados. Aparca al borde del precipicio. Afuera, un mar de petróleo se funde con el cielo tormentoso en una negrura sin fin. Enciende las luces altas que lanzan chorros amarillentos al vacío. Nuevamente vuelve a escuchar la risa gangosa de la cocainómana. Aturdido, sale del coche agarrándose la cabeza y camina por el barranco mientras su impermeable flamea en el viento. Corre cuesta abajo intentando escapar de los chillidos que lo están enloqueciendo. Al fondo, el mar se enciende por los refucilos.

Exhausto llega hasta la playa y descansa junto a un montículo de piedras. Las olas enfurecidas braman contra las rocas. Lejos, al final de la bahía, la tenebrosa luz del faro luchaba contra la niebla. El sonido de la tormenta marina parece ir acallando las voces y de a poco se va tranquilizando. Se refugia en una pequeña cueva y allí se queda adormecido.

Cuando despierta ya ha comenzado a clarear y desde el horizonte se divisan nubes rosadas. La tormenta se ha calmado aunque todavía algunos nubarrones oscurecen el amanecer. Camina por la playa vacía, no escucha nada, el silencio es absoluto.

Emprende el regreso y comienza a subir por las colinas de tiza. Mientras va por el sendero de la costa, observa el mar. Se detiene y contempla el paisaje. El verdor se extiende como un manto cubriendo los desfiladeros. Las rocas calizas forman una extensa muralla blanca que cae a pique en el mar. La costa está tachonada por pequeños islotes formados por grandes rocas que en un tiempo remoto se habrían desprendido de los acantilados. Estos enormes bloques forman cavernas, puentes y arcos naturales. La playa está empedrada y pequeñas ollas se llenan continuamente de algas y conchillas. El olor del mar es salvaje y los vientos desde el canal azotan sin tregua. Todo el lugar parece un escenario prehistórico y entonces él se queda contemplando la dramática belleza de los acantilados.

Reanuda la marcha y a poco andar escucha un alboroto. Al borde del precipicio, la gente se abalanza contra las vallas que delimitan una zona de seguridad. La policía prohíbe el paso para permitir que los bomberos, con ayuda de una enorme grúa, rescaten un carro sumergido en el mar. Se dice que la noche anterior se precipitó desde el despeñadero.

Mira extrañado la situación y por momentos su mente se vuelve confusa porque no recuerda el momento exacto en que perdió el control y ya no sabe dónde dejó su carro, ni qué fue exactamente lo que le pasó luego de que a medianoche abandonara el pub.

En silencio regresa caminando a la casa.


[i] Radiohead Paranoid Android

[ii] Radiohead Mixomatosis

[iii] Radiohead Paranoid Android

[iv] Thom Yorke And it rained all night

ANOCHE VOLVI A SOÑAR CON JONNY

Anoche volví a soñar con Jonny Greenwood.

El calor apretaba. Al atardecer escapando del tedio de estas últimas tardes de verano, subí a la terraza y me instalé con mi laptop mirando al este. Desde el río avanzaba un frente de tormenta. Seguramente se desataría por la madrugada, mientras tanto comenzaba a soplar un viento refrescante.

Al rato escucho los pasos de Jonny subiendo la escalera. Se me acerca y comenta algo sobre el cielo encapotado. Miramos juntos los relámpagos en el horizonte. Continúo editando la versíon mexicana de “Loup traduciendo Radiohead”, cuando de pronto la computadora se cuelga. Temo haber perdido la actualización del archivo pero él me indica que opere tal comando. Lo hago y el sistema parece restablecerse.

Lleva puesto un sweatshirt a cuadros en blanco y negro. Le comento que me gusta el diseño porque provoca un efecto op art. Esconde la cabeza en la capucha, se da vueltas y de espaldas mirando el cielo me cuenta que lo compró ayer en la Galería Bond Street. Y cómo llegaste allí - le pregunto. Me dice que lo llevaron los chicos de 54 Blitz. Andaba buscando material de música argentina y fue con ellos de shoping a los record shops de la Bond Street. ¿Y encontraste algo interesante? No sé – responde - compré un poco lo que me indicaron. Todavía no pude escuchar nada. También compré una camiseta de Sonic Youth que tiene impresa la imagen de Goo. Tal vez me la ponga para el show de esta noche en River.

ARTIKULATION: Anoche soñé con Jonny Greenwood. Last Night I have a dream about Jonny Greenwood

Anoche soñé que Jonny Greenwood entraba en la cocina mientras yo estaba preparando un café. / Last night I had a dream that Jonny Greenwood came into the kitchen while I was making coffee.


Y sin saludarme me preguntaba: / Without even saying hello, he asked me


¿Qué estás escuchando? / What are you listening to?


Ligeti - le respondo./ Ligeti, I answer him.


Penderecki - pronuncia con voz dormida / “Penderecki?” he asked, sounding half-asleep.


No, Ligeti - le digo / No, Ligeti I said.


¿Ligeti? pregunta sorprendido / “Ligeti?” he asked again, sounding surprised.


Sí, Ligeti - György Ligeti – le aclaro – / Yes, to Ligeti. Gyory Ligeti


¿Y qué escuchas? ¿Cuál es la composición ? / “What are you listening to? Which piece is it?


Artikulation – le contesto. /Artikulation, I said.


Refregándose los ojos se para frente a la ventana que da al jardín y me pregunta: / Rubbing his eyes, he walked over to the window and stood looking out onto the garden. Then he asked me:


¿Y de dónde lo sacaste? / “Where did you get that?”


Lo bajé de internet. / Off the intenet.


¿Lo bajaste del emule? / “From eMule?”


No, lo bajé de Stockhausen, ese website alemán del que te hablé. / No, from Stockhausen. It’s that German site I told you about.


Luego se sirve una taza de café, levanta la cabeza, se despeja el flequillo con la mano y me dice: a ver… dejame ver… ¿todavía está el archivo en la computadora? / He went to pour himself a cup of coffee; he looked up and brushed the hair from his eyes. “I’d like to have a listen to that. Have you still got the file on the computer?”

Entonces abre la puerta y sale apurado / He opened the door and rushed out.


En silencio, lo observo atravesar el jardín rumbo a su estudio / I sat there silently watching him as he hurried across the garden to his studio.